PLAZAS STA. CATALINA Y LAS FLORES
La Plaza de Santa Catalina fue durante la Edad Media centro político de la ciudad de Murcia. Lugar de pregones, proclamaciones, ejecuciones y reuniones concejiles.
Corazón de la ciudad musulmana, medieval y barroca, ha llegado hasta nuestros días convertida junto a la plaza de las flores, en espacio público neurálgico de ocio y encuentro de la ciudad. Ambas plazas están conectadas formando un mismo espacio urbano peatonal donde se ubican puestos de flores, comercios, cafeterías, bares y restaurantes.
PLAZA DE SANTA CATALINA
En época musulmana este espacio ya era de los más importantes de la ciudad al encontrarse en ella la mezquita de Hazim al-Qartayanni, justo en el solar del templo actual.
La Plaza de Santa Catalina fue en la Edad Media el núcleo urbano más importante de la Murcia incorporada a Castilla. La Plaza como tal se abre tras la reconquista del reino (1266). Constituida en el centro de la urbe, nace con unas dimensiones mínimas, en 1439 se plantea su ampliación que continua en 1510. Durante la Edad Media la plaza fue centro político de Murcia, lugar de proclamaciones, pregones, ejecuciones y reuniones concejiles. Con la instauración del Contraste de la Seda desde el reinado de Carlos V creció su misión comercial, convirtiéndose en lugar obligado de paso al comercio sedero. Ni las reformas de 1439 ni las de 1501 fueron suficientemente previsoras para crear un ámbito urbano capaz de convertirse en lo que los Reyes Católicos llamaban "plaza mayor".
Hasta 1588 no se haría sentir de nuevo la imperiosa necesidad de una reforma urgente. Sólo la construcción de un edificio notable haría posible su nueva morfología urbana y le dotaría de una personalidad que únicamente el prestigio del poder político podría llevar a cabo. Fue por ello la decisión municipal de 1601, que determinó la sustitución del viejo inmueble, la causa de su total remodelación. Con la reforma que impuso el Contraste de la Seda, la Plaza se amplió hasta los limites que hoy podemos comprobar. Fueron los siglos XVII y gran parte del siglo XVIII, época de su mayor esplendor.
A partir del último tercio del siglo XVIII el comercio de la seda fue aminorando progresivamente hasta su extinción y la Plaza de Santa Catalina comenzó a perder importancia en favor del Paseo del Arenal (actual Glorieta) y la Plaza del Palacio (Plaza de Belluga), construidas en ese siglo.
El siglo XVIII fue una época de transformaciones urbanísticas en toda la ciudad, afectando, en modo particular, al barrio de Santa Catalina: La eliminación de numerosos callejones sin salida o adarves cuyo origen se remonta al urbanismo árabe, el empedrado de las calles más transitadas y céntricas, terminó por otorgar una suficiente calidad al conjunto que permitiera la construcción de palacios y el asentamiento de algunas familias del patriciado local. De hecho el siglo XIX no supuso sino el afianzamiento de una sociedad burguesa de clase media entre sus calles.
Durante los siglos XIX y XX se construyeron los edificios que conforman actualmente la Plaza. El Museo Ramón Gaya tiene como sede una casa solariega con las características tradicionales de la arquitectura del S.XIX. El Ayuntamiento adquirió el edificio para albergar la colección donada por Ramón Gaya. Del edificio original se conservaron la fachada con sus balcones, rejas de buche de paloma, mirador y la escalera principal con sus óculos al exterior. La casa fue rehabilitada por el arquitecto municipal Miguel Ángel Beloqui.
En el lugar del derribado contraste de la seda (1932), se edificó en los años 40 el imponente edificio de La Unión y el Fénix. Fue obra del arquitecto F. Cánovas del Castillo.
En 1954 se inauguró en la plaza un monumento a la Inmaculada, obra del escultor Juan González Moreno, monumento que persiste en el centro neurálgico de la misma. Se ubicó en el lugar que ocupaba en la plaza la farola centenaria de cinco brazos que fue reubicada en un nuevo barrio que se comenzaba a construir por aquellos años, el barrio de Vistabella.
La Iglesia de Santa Catalina es uno de los templos más antiguos de la ciudad de Murcia, construido sobre una mezquita islámica. En el año 1272 la iglesia ya se hallaba abierta al culto.
Durante el siglo XV se edificó la primigenia Iglesia de Santa Catalina siguiendo patrones del gótico más tardío, llegando a convertirse en lugar de bautismo y enterramiento de algunos prominentes murcianos de los siglos XV y XVI. Desde su torre construida en 1579, la más alta de la ciudad hasta el S. XVI, se alertaba, mediante señales llegadas desde la costa, frente a incursiones piratas y enemigas.
Ha sufrido a lo largo de su historia sucesivas reformas e intervenciones, la más determinante se realizó en el siglo XVIII. En 1826 cayó la torre por efectos de un terremoto. En el siglo XX cambia su fisonomía, apreciándose un eclecticismo tanto en el interior como en el exterior del inmueble. Guarda la talla de la titular Santa Catalina y de la Dolorosa obras de Francisco Salzillo.
PLAZA DE LAS FLORES
En sus inicios, la mayoría del espacio que hoy representa la Plaza estaba ocupado por el edificio de Las Carnicerías, destinado a la venta de carne perteneciente al rico hacendado Macías Coque. Alrededor de dicho edificio los floristas de la ciudad colocaron sus puestos con el fin de poder ofrecer sus productos a las personas que se acercaban a Las Carnicerías.
La Carnicería Real construida en 1612 se situaba ocupando la actual plaza de las Flores, siendo un edificio exento, construido en piedra, de planta cuadrada con patio central.
En el plano del siglo XVII, se pueden apreciar otros edificios civiles y religiosos que se situaban en el entorno de la Carnicería. Religiosos: la iglesia de Santa Catalina, la iglesia de San Pedro y el convento de Madre de Dios. Civiles: el Contraste de la Seda, la Lonja, los Escribanos, el Teatro y los Baños Árabes de la calle Madre de Dios.
En 1893 se decide derribar la Carnicería dando lugar a la plaza de las Flores. El arquitecto Pedro Cerdán, propone el diseño, hecho por él, de un quiosco de planta octogonal, con destino a la venta de pájaros y flores, aunque el proyecto no llegó a realizarse.
De los edificios que conforman la plaza, construidos durante el siglo XIX y primeros años del XX destacan El Edificio de Tejidos Abad, de estilo Ecléctico construido en el siglo XIX. Edificio de viviendas en el que existía un establecimiento dedicado a la venta de tejidos. Su fachada presenta miradores rematados por crestería y El edificio de la Librería Almela, situado en la plaza haciendo esquina con la Calle San Joaquín.
LAS PLAZAS HOY
En los últimos años con el plan especial de las plazas de Santa Catalina y de las Flores se realizó la peatonalización y adaptación de estos espacios y la recuperación de la fachada lateral de la Iglesia de San Pedro, según proyecto del arquitecto Enrique de Andrés, convirtiendo las plazas en uno de los espacios más característicos de la ciudad para el encuentro y el tapeo dada la abundancia de terrazas que existen en este espacio público.