EDAD MODERNA
Los Reyes Católicos pusieron las bases de la historia de los reinos de la Península Ibérica a partir del siglo XVI. Su reinado fue muy representativo para Murcia, con ellos acabó la Edad Media para empezar otra etapa histórica que los historiadores han denominado Edad Moderna; la brillante época del Imperio Español.
La situación de inestabilidad de los últimos años de la Edad Media de Castilla había propiciado continuos enfrentamientos entre diversas facciones nobiliarias y el rey Enrique IV. Sus sucesores, los Reyes Católicos supieron ponerles coto promulgando una serie de medidas que consolidaran al Estado de cara a los nuevos tiempos. Entre estas medidas se acordó la expulsión de los judíos y mudéjares de Castilla con el objeto de establecer una unidad, aunque fuera religiosa, de todos los reinos.
Esta medida se aplicó también en Murcia quedando registradas llamativas anécdotas que relejan el angustioso panorama de la expulsión. En una excavación arqueológica cerca de la plaza Yesqueros, se localizó una vivienda cuyo pozo demostró que había pertenecido a una familia morisca gracias a una orza repleta de monedas de oro escondida en una pared falsa de la pared del pozo. Sus moradores prefirieron esconderlas con la esperanza de regresar alguna vez para recuperarlas, ya que el decreto de expulsión no permitía que llevaran nada de valor con ellos. Aunque las fuentes escritas indican que muchos se convirtieron y regresaron, aquellos de Yesqueros jamás volvieron a Murcia.
Mientras se llevaba a cabo la política de unificación religiosa de los reinos de la Península, la guerra contra Granada iniciada en 1481 alcanzó su fin con la rendición del sultán Boabdil en 1492. Murcia había sido frontera de los nazaríes y arrastraba seculares problemas heredados de esta situación, su población e incipiente industria habían sido continuamente amenazadas y arrasadas. Con el sometimiento de Granada, Murcia dejó de ser frontera, lo que generó una serie de acontecimientos como el abandono de las murallas que protegían a la ciudad que fueron aprovechadas como paredes, habitaciones o cimientos de nuevas edificaciones, de ahí que se hayan conservado algunos tramos como el de Verónicas, pared del convento.
CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO Y EXPANSIÓN DE LA SEDA
La época de paz y prosperidad vivida bajo el reinado de los Reyes Católicos, se afianza con los Austrias. Se impone la figura del corregidor, representante directo de la realeza, al frente de las ciudades de realengo, como era el caso de Murcia. El siglo XVI despunta con un gran aumento demográfico y económico, que en la Huerta de Murcia vendrá impulsado por el desarrollo de la seda. Desde finales del siglo XV la huerta se había ido poblando de moreras, cuya producción en la Edad Moderna llegó a ser extraordinaria.
El Campo de Murcia también experimentará un mayor desarrollo económico y demográfico, propiciado por el incremento de la actividad repobladora en los siglos XVI y XVII, debido al desarrollo de la agricultura. Ante este panorama de crecimiento, la clase dirigente trabajó por cohesionar y rentabilizar su patrimonio mediante los mayorazgos. Sin embargo, la expansión roturadora del siglo XVI no pudo solucionar el problema causado por los desequilibrios entre una población en aumento y un déficit periódico en las cosechas del cereal, que ya comenzaba a anunciar una nueva época de crisis.
La Murcia del Imperio heredó aspectos del pasado medieval como la influencia de las grandes familias en la política local y la problemática del agua como generador de las relaciones sociales de dependencia entre los diferentes estamentos de la sociedad. La rebelión comunera de 1520-1521 fue uno de los ejemplos en el que las familias patricias de Murcia se enfrentaban entre ellas, hecho cotidiano durante todo el siglo XVI y XVII.
A pesar de que los murcianos estuvieron durante estas revueltas en contra de Carlos I, el apoyo que prestarían al reinado de Felipe II en la represión de la rebelión de los moriscos granadinos, le valdría el título de 'Muy Noble y Muy Leal'. El siglo XVI finaliza con la subida al trono español de Felipe III, quien llevará a cabo la expulsión definitiva de los moriscos.
Un viajero francés, Jouvain, llegaba a escribir de Murcia en el siglo XVII: "Murcia es el mejor país de España por la cantidad de frutas y de vinos que abundan de tal modo que con justicia es llamado ese pequeño reino el jardín de España (...) aquella en que está el ayuntamiento es grande, tiene la vista sobre el río, lo que hace que por la noche sirva de paseo y de punto de reunión de los burgueses de la ciudad, y en otra próxima está la iglesia episcopal adornada con una torre”. Este crecimiento se manifestó en obras públicas de la época: el empedrado de algunas calles, el encauzamiento del río en la zona oeste de la ciudad con un recorte del meandro en 1648 a causa de los problemas que originaban las repetidas inundaciones.
De este periodo es una de las fuentes de información, cuyos datos se refieren a importantes sucesos del pasado y ese presente de Murcia: los Discursos Históricos de la Real y Muy Leal Ciudad de Murcia, texto del Licenciado Francisco de Cascales publicado en 1621 que recogía la historia del reino de Murcia.
LA CRISIS DEL SIGLO XVII
A principios del siglo XVII se podían ver pequeñas aljamas diseminadas por la Huerta de Murcia, dedicadas a la cría y elaboración de la seda y conformadas por una población mayoritaria de cristianos viejos que convivían con moriscos, origen de las actuales pedanías de Murcia. La expulsión de los moriscos comenzó en Murcia en 1613, quedando las tierras de los antiguos mudéjares en propiedad de la Corona. Estos episodios se tradujeron en un desequilibrio demográfico que más tarde se vería acrecentado a causa de las epidemias y el agravamiento del riesgo natural.
Los censos que se conservan de la época se refieren a 23.352 vecinos en Murcia (unos 93.500 habitantes). Hacia 1648 llegó a Murcia, la peste de Valencia, que obligó al Concejo a abandonar la ciudad y fue causa una elevada mortandad. En 1651 se produjo en la ciudad de Murcia la tristemente famosa riada de San Calixto, que dejó más de 1.000 muertos con la destrucción de arrabales y la pérdida de la mayor parte de las moreras de la huerta. El nivel de las aguas fue tal que llegaron hasta el púlpito de la Catedral de Murcia. Estas catástrofes provocaron una fuerte crisis demográfica y económica, que en la Huerta de Murcia se tradujo en una reconversión de cultivos orientándolos hacia productos como el maíz.
La expulsión afectó también a la Huerta incidiendo muy negativamente en la agricultura, pues había sido coto de trabajo de los moriscos. Igualmente la seda fue una de las actividades más afectadas, durante todo el siglo entró en una dinámica de baja producción a causa de la deficitaria mano de obra. Ello no fue óbice para que se edificara el Contraste de la Seda, emblemática construcción situada en la plaza de Santa Catalina hasta 1932 que fue demolido.