MURALLA DE VERÓNICAS
Tramo meridional de la muralla que data de los siglos XI-XIII.
Se conservan el alzado de dos torres de la muralla, el paso de ronda y la barbacana. Este tramo de muralla se encontraba en el interior del Convento de Verónicas (s. XVIII), el Convento se demolió en parte en 1985 ya que amenazaba ruina, dejando al aire uno de los tramos más altos, largos y mejor conservados de la Muralla. Solo queda del convento la Iglesia, hoy sala de exposiciones. Gracias a que la muralla estuvo “protegida” en el monasterio, ha llegado a nuestros días en tan buen estado.
En este tramo se aprecia la Muralla y la antemuralla. De la muralla se conservan dos torres, una de ellas prácticamente completa que está empotrada en la Iglesia Verónicas. Esto refleja la reutilización que se hizo de la muralla para edificar el convento, apreciable también en la Capilla del Pilar (c/ el Pilar). La muralla podía llegar en sus tramos más añtos a los 15 metros de altura. Es la única torre de la muralla que conservamos a día de hoy de las más de 90 existentes. El murete de la antemuralla se aprecia perfectamente, era un primer elemento defensivo de un par de metros de altura antes de llegar a la muralla principal. Entre la antemuralla y la muralla quedaba un pasillo llamado revellín. Por este pasillo los centinelas hacían la ronda.
LA PRIMERA MURALLA S. IX
La primera muralla que defendió la ciudad fue construida en el siglo IX, poco después de la fundación de la que se llamaría Madinat Mursiya en el año 825 por iniciativa de Abderramán II. Además de repeler invasiones, la muralla se ideó para defender a la ciudad de las periódicas crecidas del río Segura.
La gran muralla y el sistema defensivo del s. XII
En el siglo XII Madinat Mursiya vivió una expansión económica y demográfica bajo el gobierno del rey taifa almorávide Ibn Mardanis (el Rey Lobo) (1147-1172).
Ante el aumento de población la ciudad necesitaba un nuevo sistema defensivo, que se planteó ambicioso gracias a la riqueza del momento. Además resultaba muy necesaria ante la amenaza permanente que los almohades suponían para la capital del reino almorávide de Mardanis.
La muralla estaba compuesta por un camino de ronda exterior, un revellín (o antemuro) que disponía de salientes en las zonas donde había torres, una barbacana (o camino de ronda entre el revellín y el muro de la cerca principal), y una muralla torreada. El total de torres de la muralla principal superaba las 90. Los lienzos de este sistema defensivo eran de tapial realizado a base de argamasa, encofrado con para pastas laterales.
En 1165 un primer sitio por parte de los almohades fue rechazado gracias a las nuevas murallas. En el 1171, Ibn Mardanis se retiró a Murcia ante la fuerte ofensiva almohade que había liquidado todo su reino, el fin del mismo sólo llegó cuando en 1172 murió el monarca y su hijo Hilal se rindió bajo consejo paterno para continuar como gobernador de la ciudad. El sistema defensivo impidió una toma de Murcia por la fuerza y su consiguiente destrucción.
La muralla en época cristiano-medieval
Tras la conquista castellana el sistema defensivo árabe se mantuvo en uso al ser el nuevo reino de Murcia cristiano una tierra de frontera entre el reino de Granada (árabe), el reino de Valencia (perteneciente a la corona de Aragón) y un mar Mediterráneo inseguro por la presencia de corsarios de Berbería. Fue objeto de periódicas reparaciones, como la monumental puerta en recodo que se levantó a comienzos del siglo XV en Santa Eulalia.
La muralla en la Edad Moderna y Contemporánea
En 1488, los Reyes Católicos visitaron la ciudad, en ese mismo año se lanzó la ofensiva militar contra la parte oriental del Reino de Granada que terminó con la peligrosa frontera. Murcia y su reino dejaban de ser fronterizos mientras que la muralla perdía su funcionalidad. De hecho, pasó a convertirse en un impedimento para el desarrollo urbano, sobre todo en épocas de expansión para la ciudad como el siglo XVI y comienzos del siglo XVII.
Los elementos de la muralla que más permanecieron fueron las puertas, algunas de ellas reformadas en época posterior a la musulmana convertidas en arcos, sin embargo poco a poco fueron derribándose, muchas en el siglo XVIII. A finales del siglo XX comenzó la recuperación arqueológica de las defensas murcianas.