ACEQUIA MAYOR ALJUFÍA
La Acequia Mayor Aljufía es una de las dos acequias mayores que vertebran la red de riego tradicional de la Huerta de Murcia. Nace en el Azud de Contraparada, situado entre las pedanías de Javalí Nuevo y Javalí Viejo, presa que acumula el agua del Río Segura haciendo subir el nivel y permitiendo que desde ella surjan las acequias mayores que conducen el agua hasta las menores.
La Acequia Mayor Aljufía abastece de agua a todo el Heredamiento Mayor del Norte, de igual forma que la Acequia Mayor Alquibla lo proporciona al Heredamiento Mayor del Sur.
RED DE RIEGO
Tras la fundación de Murcia en el 825 por Abderramán II, se creó una infraestructura de riego para toda la Vega Media del Segura que posibilitó la creación de la Huerta de Murcia.
Ya desde el siglo X, la Acequia Aljufía recorría el lado norte de la medina medieval, fuera de las murallas, favoreciendo el desarrollo en su entorno del llamado Arrabal de la Arrixaca, donde las grandes familias musulmanas poseían sus almunias gracias a la disponibilidad de agua. No por casualidad, los monarcas Ibn Mardanis (siglo XII), e Ibn Hud (siglo XIII) construyeron en él sus Palacios de recreo, tomando agua directamente de dicha acequia.
Los árabes consiguieron dotar de auténtica entidad al regadío murciano con un complejo y laberíntico sistema de riego con el que, a partir del azud, consiguieron dominar la corriente del río, obligándola a formar un remanso y tomar así parte de sus aguas a través de las denominadas acequias mayores que discurren por los márgenes del río.
La derecha o Acequia Mayor Alquibla (cuya etimología en lengua árabe significa "el Sur"), y la izquierda o Acequia Mayor Aljufía (que proviene del árabe "el Norte"). Las acequias mayores se ramifican en una red de acequias menores, hijuelas, brazales y regaderas que llevan el agua a los heredamientos.
Junto a este sistema de conducción y aprovechamiento de las aguas vivas, existe otro, tan complejo como el primero, que conduce las aguas muertas (las sobrantes después de haber regado bancales y cosechas), siendo reconducidas para que ser nuevamente aprovechadas o vertidas al río de modo que los agricultores situados cauce abajo puedan regar con ellas. Estos cauces de avenamiento cumplen otra función primordial: descargar los terrenos de la humedad excesiva que tendrían en caso de no ser avenados.
Aquí el sistema es al contrario: los primeros cauces, encargados de recoger las aguas sobrantes de un regante (escorredores) son los más pequeños, que se reúnen con otros hasta formar las azarbetas, que a su vez desembocan en los azarbes. Estos últimos van a parar a los dos azarbes mayores, el Azarbe Mayor del Norte y el Azarbe Mayor del Mediodía, que recogen esas aguas muertas procedentes de drenaje o escorrentía y que son reaprovechadas aguas abajo convirtiéndose de nuevo en aguas vivas.
CRECIMIENTO DE LA SUPERFICIE REGADA
En el siglo XIII, después de la reconquista de Murcia, el Libro del repartimiento establece el área huertana en unas 4.300Ha. En el siglo XIV tiene lugar un estancamiento del crecimiento, siendo entre 1492 y 1494 cuando se acometen las obras de mayor envergadura: Prolongación y mejora del azarbe de Monteagudo y reforma de la Contraparada, lo que permitió llevar el agua de riego hasta el final de la huerta en los primeros años del siglo XVI.
En 1545 se decide la apertura de la acequia Churra la Nueva. A principios del siglo XVII el área regada era de unas 8.210 Ha, pero este siglo supondrá una nuevo periodo de estancamiento debido a la crisis que representó la expulsión de los moriscos y a la epidemia de la peste.
En el siglo XVIII la colonización recobra un ritmo más rápido. El afán de extender el cultivo de la morera, en un momento óptimo de la industria de la seda, lleva a ampliar el regadío alcanzando la huerta 11.667 Ha en 1.803. El siglo XIX supone un retroceso acusado por el efecto de sequías, epidemias y la presencia de tropas francesas en Murcia durante la guerra de la independencia. Paralelamente a la progresiva regulación del Segura, la huerta inicia un ritmo de crecimiento rápido que corresponde a la fase de expansión moderna, registrando un empuje muy importante a partir de 1920, llegando en 1970 a registrarse una superficie superior a 21.000 Ha.
A finales del siglo XX, el establecimiento de industrias, el desarrollo urbano de la ciudad, las nuevas vías de comunicación y sobre todo la grave crisis agrícola alejaron a la huerta de Murcia de su tradicional carácter rural siendo imprescindible en la actualidad un cambio que parece exigir una necesaria planificación de su futuro para evitar su total desaparición.
En la actualidad la superficie de regadío de la huerta de Murcia es de 14.254 Ha
LA ACEQUIA
La acequia Mayor del Norte o Aljufía, nace en el Azud o Contraparada y llega hasta Monteagudo abasteciendo de agua a todo el Heredamiento Mayor del Norte, aunque toma distintas denominaciones en función del terreno por donde pasa, como Benetúcer, Benefiar, Benizá y Beneluz, tiene una extensión de unos 27 kilómetros y riega localidades como Javalí Viejo, Guadalupe, La Ñora (donde se sitúa la famosa Noria sobre su cauce), Rincón de Beniscornia,La Albatalía, La Arboleja, Puente Tocinos, Llano de Brujas , El Raal y atraviesa también el actual casco urbano de la ciudad de Murcia (aunque actualmente de forma entubada, antiguamente se podían contemplar tramos dentro de la ciudad).
Son muchas las acequias que toman agua de esta acequia mayor, tales como las de Churra La Vieja, Belchí, Benipotrox, Béndame, etc., constituyendo una parte esencial de ese sistema tan complejo de canales, de recogida de agua (o azarbes), y de devolución al cauce principal.
Los elementos más numerosos en las acequias son los tablachos, tienen la función de cortar la corriente de agua para la limpieza de la acequia o el desvío de la corriente de agua a otros brazales para el riego de los heredamientos. Destacan también los molinos, situados sobre las acequias o el río que aprovechaban la fuerza del agua para poner en marcha el mecanismo de molienda.
Otro elemento relacionado con las acequias y el riego son las norias. En otro tiempo muy numerosas, hoy solo encontramos en la huerta de Murcia la rueda de la Ñora y la de Alcantarilla.
Desde su origen el sistema de riego exigía de una costosa infraestructura y sólo podía mantenerse con una observancia escrupulosa de la normativa, que obligaba a cada regante a hacerse cargo –mediante pago o con su propio trabajo– de labores de mantenimiento que asegurasen permanentemente el perfecto funcionamiento del engranaje en el que se basaba el riego. En 1849 bajo el título “Ordenanzas para el régimen y gobierno de la Huerta de Murcia”, se redacta un código rural en el que se recogen usos y costumbres junto a normas de origen real o concejil. En 1889 se realiza una reedición de estas Ordenanzas añadiéndoles importantes comentarios y notas de D. Pedro Díaz Cassou.
Las operaciones de mantenimiento de las acequias mayores corrían a cargo del concejo, mientras que los regantes habían de hacerse cargo del resto de canales. La monda o limpieza de las acequias se efectuaba entre los meses de julio y agosto, suspendiéndose la circulación de agua por ella con el fin de dejarlas en condiciones para la siguiente temporada, algo que siguió haciéndose durante siglos y en unas condiciones similares.