PLAZAS ROMEA Y STO. DOMINGO
Las Plazas de Santo Domingo y de Julián Romea son dos de los espacios urbanos más emblemáticos de la ciudad.
Situadas en el borde norte del casco antiguo, ambas son peatonales desde sus últimas reformas urbanas y en ellas se emplazan algunos de los edificios más representativos de Murcia. Hoy son centros de ocio, paseo y encuentro.
Ambas plazas se comunican por el Arco de Santo Domingo construido en el siglo XVIII. Los Marqueses de Almodóvar, mecenas de la Cofradía del Rosario, conectaron su palacio con la Capilla del Rosario mediante un arco realizado por Toribio Martínez de la Vega que hoy se conoce como el Arco de Santo Domingo. Es una de las obras de cantería más singulares de la ciudad, permitiendo el paso inferior entre las plazas de Santo Domingo y Julián Romea. En 1982 el Arco, la Iglesia y la Capilla fueron declarados bien de interés cultural.
PLAZA DE SANTO DOMINGO
La Plaza de Santo Domingo en su origen estaba extramuros de la ciudad medieval en terrenos del arrabal de la Arrixaca, siendo conocida como Plaza del Mercado.
Daba a ella una puerta de la muralla, la "Puerta del Mercado" puesto que la plaza tenía esa función. En ella se llevaba a cabo uno de los mercados más antiguos de Murcia, actividad que convertía a este espacio urbano en un auténtico centro de comercio durante la edad media. Existen documentos que datan del año 1272 donde figura la existencia del Mercado de los Jueves y la Feria Anual que se llevaban a cabo en ella. Con este nombre perduró hasta el siglo XIX.
En 1411, las predicaciones que San Vicente Ferrer realizó en la ciudad tuvieron lugar en esta plaza. Por este motivo, en la fachada de la Iglesia de Santo Domingo que da a la misma se encuentra la escultura del santo en actitud de predicar desde un falso balcón.
Una de las funciones de la plaza era el abastecimiento de la ciudad y comarcas vecinas de sal, esta se expedía en las "Casas del Rey" que daban a este recinto el monopolio de la venta de sal por la Corona. El 4 de abril de 1476 la Reina Isabel la Católica confirmó la concesión de la venta de sal a este mercado.
Esta plaza fue también un punto de reunión para celebrar los distintos eventos festivos más importantes de la ciudad. En ella se realizaban actividades como la Fiesta de Toros que posteriormente se acabó trasladando a la Plaza Camachos. Se usó también para algunas ejecuciones públicas en la horca como la del bandolero Jaime el Barbudo en 1824.
Ya en el siglo XX se diseñó una zona ajardinada en su interior, aunque fue en 1893 cuando se plantó el famoso y centenario ficus que hoy la adorna, la última remodelación fue llevada a cabo en 1998, convirtiéndola en espacio peatonal.
EDIFICIOS DE INTERÉS
A la Plaza de Santo Domingo se asoman algunos de los edificios más conocidos de la ciudad, comenzando por el antiguo conjunto monástico que le da nombre, la Iglesia de Santo Domingo y la contigua Capilla del Rosario, de estilo barroco la primera (levantada entre los años 1722 y 1745) y del siglo XVI la segunda, con elementos renacentistas. La presencia de los monjes dominicos en este emplazamiento se remonta a tiempos medievales.
A pesar de que la Iglesia es la que da nombre a la plaza, la fachada principal de la misma da realmente a la vecina Plaza de Julián Romea. La monumental fachada que da a la Plaza de Santo Domingo, es una falsa fachada pensada para dar un remate monumental al espacio abierto de la plaza, en un momento de expansión económica para la ciudad como fue el siglo XVIII. Tras la desamortización, la Iglesia de Santo Domingo sirvió como sede del ayuntamiento mientras se llevaban a cabo las obras de la actual Casa Consistorial (1846-1847). En 1871, cuando los Jesuitas regresaron a Murcia tras su expulsión de España, se asentaron en esta Iglesia.
El Palacio Almodóvar es un edificio de estilo manierista del siglo XVII, reconstruido en gran parte en 1908. Su fachada tiene dos figuras de piedra que representan a dos "salvajes", guardianes simbólicos del edificio. Fue sede del Gobierno Civil y Comisaría hasta 1950.
El arquitecto Pedro Cerdán proyectó el Grupo Escolar Cierva Peñafiel, de estilo ecléctico (principios S.XX), en terrenos del desamortizado convento dominico.
También destacan los edificios del Banco Central y el edificio de viviendas ecléctico llamado Casa Cerdá, del primer tercio del siglo XX obra del arquitecto José Antonio Rodríguez, constituyendo otro de los símbolos de la plaza.
PLAZA DE JULIÁN ROMEA
La Plaza del Esparto hoy Plaza del Romea, al igual que su vecina Santo Domingo, donde se instalaba antaño todo el comercio de aquellos tiempos, fue también lugar de reunión de los comerciantes del esparto, donde se vendían y exponían los productos de estos artesanos. De ahí que esta plaza, recibiera entonces el nombre de Plaza del Esparto.
Este espacio público se vio incrementado entre los años 1835-1850 por el correspondiente al huerto y convento de Santo Domingo que ocupaba lo que hoy es el Teatro Romea.
El actual aspecto de la plaza se debe a las últimas actuaciones de rehabilitación realizadas en 1993 por el arquitecto Fernando de Retes.
Además del Teatro Romea otros edificios significativos de la plaza son el palacio Vinader, uno de los edificios más significativos de la arquitectura civil del S. XVIII situado en su lado de poniente y el palacio González Campuzano situado frente al teatro en lado sur de la plaza.
TEATRO ROMEA
Las primeras gestiones para la construcción del hoy Teatro Romea se hacen en 1842, cuando se inician los trámites para la adquisición del solar del Convento de Santo Domingo y la expropiación de terrenos adjuntos para completar el solar necesario para un gran edificio.
En 1857 los arquitectos Carlos Mancha y Diego Manuel Molina presentan al Ayuntamiento de Murcia un proyecto para la construcción del Teatro Municipal, con un estilo que los autores califican de "Estilo Renacimiento".
Las obras que se inician rápidamente, siendo acabadas en 1862. La gran gala de inauguración, contó con la asistencia de la Reina Isabel II, el día 25 de octubre. En ese tiempo el Teatro era llamado de los Infantes, posteriormente de la Soberanía Nacional y ya en 1872 tomó el nombre de Teatro Romea, con el que ha llegado a la actualidad.
En 1877 un incendio destruye por completo la sala de representaciones. Tres años después, y bajo la dirección del arquitecto Justo Millán, se reabría de nuevo al público. En 1880 se reinauguró el Teatro.
En 1899 se declaró un nuevo incendio en el Teatro. Según parece ser, la causa de este fue un cortocircuito. Por la noche estaba anunciada la representación de la obra, irónica casualidad, “Jugar Con Fuego” de Ventura de la Vega y Barbieri. Las llamas devoraron todo el edificio, tan sólo quedaron en pie los muros exteriores.
Poco tiempo después se iniciaron las obras de reconstrucción que, de nuevo, se encargaron al arquitecto Justo Millán. La tercera inauguración tuvo lugar en 1901.
Nuevamente en 1985 se cerraron las puertas del Teatro durante 3 años, para su restauración tras 85 años. En 2007 fue remodelado tanto su exterior como su interior, siendo reinaugurado en 2012.