GRAN VÍA ESCULTOR SALZILLO
La Gran Vía nació como parte de los planes de ensanche de Murcia que comenzaron a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios del XX. Su trazado definitivo comenzaría a partir de 1950 y su ejecución cambiaría la fisonomía de la ciudad para siempre, destruyéndose la trama urbana medieval y los Baños Árabes declarados Monumento Histórico Artístico en 1931.
Articula el eje Norte-Sur del centro histórico y actualmente es una importante vía comercial de la ciudad.
HISTORIA
A principios del siglo XX, el casco urbano de Murcia estaba formado básicamente por el antiguo núcleo islámico y el barrio del Carmen, al otro lado del río. Presentaba carencias importantes de infraestructuras, fundamentalmente de comunicación, pavimentación y alcantarillado que habían motivado la elaboración de distintos planes para la modernización de la ciudad desde finales del siglo XIX.
En 1896 Pedro García Faria elabora un proyecto de reforma urbana en el que dotaba a Murcia de una moderna red de alcantarillado, solucionando los graves problemas de evacuación de aguas sucias de la ciudad. Este Plan no llegó a ser ejecutado, aunque algunas de las soluciones planteadas fueron recogidas en proyectos posteriores.
En los años del cambio de siglo se acometió un amplio programa de acondicionamiento de calles y se continuó con el impulso que estaba transformando la imagen de la ciudad construyendo muchos de sus edificios más representativos. Comienza a plantearse la expansión de la ciudad por el norte y la intervención en el interior del casco, con la apertura y regulación de calles. En este contexto destaca la figura de José Antonio Rodríguez, arquitecto municipal, que en 1920 firma un Proyecto de lineación y ensanche de calles de Murcia, en el que sobre todo destacaba la propuesta de una Gran Vía que, de norte a sur, cortaba la ciudad hasta desembocar en el Arenal y el Puente Viejo. El arquitecto centraba el interés en torno a la Plaza Romea, donde confluían varias calles entre estas la Gran Vía, que seguía la línea de su fachada lateral.
Pocos años más tarde, un ilustre empresario murciano, Bartolomé Bernal Gallego costeó un equipo de ingenieros y arquitectos para desarrollar un plan integral de reforma urbana que ofrecer al Ayuntamiento. Entre sus integrantes destacaban el ingeniero Jaime Lluch y del arquitecto César Cort.
El Plan Cort abordaba los problemas de higiene, urbanismo y tráfico con propuestas de alcantarillado, reforma interior, apertura de nuevas calles y construcción de nuevos barrios. Uno de los objetivos era acondicionar la ciudad al creciente tráfico rodado, organizar la circulación a través de grandes vías y un gran camino de ronda. El Plan fue aprobado en 1926 pero las vicisitudes políticas y financieras hicieron inviable su realización. El Plan Cort definía la apertura de un gran eje norte-sur, desde la nueva estación ferroviaria de Zaraiche al norte, hasta el Arenal y Puente Viejo, pasando junto al Teatro Romea y la iglesia de San Bartolomé, siguiendo el mismo trazado que el proyecto de José Antonio Rodríguez.
En 1942 el Ayuntamiento impulsa un nuevo un nuevo proyecto de reforma urbana encomendándose el trabajo al arquitecto Municipal Gaspar Blein. El proyecto de apertura de la Gran Vía desarrollado junto con Daniel Carbonell, variaba el trazado planteado por sus predecesores, situándose más al oeste, pero comunicaba los mismos polos urbanos, al norte, la Plaza Circular, con la estación de Zaraiche y al sur, el Arenal y el Puente Viejo.
El nuevo trazado se justifico con la intención de reducir el impacto económico y social derivado de las expropiaciones en la zona más comercial y poblada del casco antiguo. Al desplazar el trazado se aprovechaban tres grandes solares de conventos, Madre de Dios y Reparadoras, ambos desafectados, y el de Capuchinas. La gran contrapartida, eran los Baños Árabes, atravesados por el nuevo proyecto.
Los Baños Árabes, estaban ubicados en el nº 17 de la c/ Madre de Dios. El edificio ocupaba una superficie aproximada de 808 m2 , integrado por varias salas abovedadas, de sus cinco salas, la quinta cubierta por una bóveda que descansaba sobre cuatro grandes arcos de herradura, era la que cumplía las funciones de baño. Los muros eran de argamasa y mampostería de piedra y los arcos y bóvedas de ladrillo. A principios del siglo XX, González Simancas dibujó el plano de los Baños Árabes para el catálogo Monumental de la provincia de Murcia, fijando su posible fecha de construcción entorno al siglo X, basándose en la evolución del arco de herradura musulmán.
Se declaró la voluntad de respetar los baños árabes, incorporados al catálogo de bienes protegidos desde 1931, con categoría de Monumento Histórico Artístico.
El debate sobre la importancia de los baños , su estado y la necesidad de conservarlos se mantuvo en el ámbito de los expertos hasta 1952, entonces se trasladó a través de la prensa a la opinión pública, el tema llegó incluso a periódicos de edición nacional. Planteado como Gran Vía sí, gran Vía no, progreso o conservación. Había que elegir entre la nueva y la vieja Murcia.
Las opiniones expresadas en la prensa en otoño de 1952 hacían presagiar el desenlace. Murcia necesitaba una vía amplia y céntrica donde situar las nuevas construcciones de carácter público y comercial, aunque la Murcia de mañana supusiera el sacrificio de la de ayer. Los baños árabes no podían entorpecer el progreso de la ciudad.
El 17 de Diciembre de 1952 el Diario ABC anunciaba el inicio de las obras de apertura de la Gran Vía. En febrero de 1953 los baños aún estaban en pie y el asunto seguía sin resolverse.
Y la lluvia solucionó el problema. Después de un día lloviendo, el alcalde ordenó por la noche, la demolición de los baños ante el peligro de derrumbe tras los daños ocasionados por las intensas lluvias en el monumento. Así, el monumento que llevaba 800 años en pie terminó cediendo a la piqueta nocturna.
Tras la apertura de la Gran Vía, se comenzó la construcción de nuevos edificios en la reciente arteria urbana. La especulación fue uno de los principales objetivos que se escondían detrás de las reformas urbanísticas. Los pequeños solares expropiados que pertenecían a muchos murcianos pasaron a ser de unas pocas personas que llevaron a cabo la promoción de los nuevos edificios.
La manera elegida para modernizar Murcia ocasionó la segregación social y su redistribución espacial según el nivel de renta. Las clases sociales acomodadas se ubicaron en los edificios nuevos edificios construidos y las clases medias quedaron situadas en las viviendas protegidas que se estaban construyendo (barrios de Santa María de Gracia y Vistabella).
Así mientras la Gran Vía crecía en altura y sus edificios se elevaban rodeando las cúpulas de las iglesias entre sus patios de luces, la expansión desordenada de los nuevos barrios invadió la huerta.
El primer edificio de 14 plantas que se construyó fue la “Torre de Murcia”, después vendría el Edificio de Galerías y los edificios de Cortefiel, Vencor y Alfil. En los años 70 se construyeron 2 edificios de 15 plantas en la plaza de Santa Isabel y el edificio Hispania en la plaza de la Fuensanta.
LA GRAN VÍA HOY
Hoy, es un importante eje de circulación de trafico rodado y una importante avenida comercial de la ciudad, grandes establecimientos, tiendas de moda, calzados y telefonía conviven con oficinas bancarias, kioscos de prensa, cafeterías y tiendas de alimentación.
Las ultimas noticias plantean la posibilidad de que el tranvía circule por ella y asociaciones de comerciantes y de vecinos se muestran partidarios de una Gran Vía peatonal o semipeatonal, con menos tráfico, creando una ciudad más amable para pasear, potenciando de esta manera el comercio del centro. Todo esto supondría un curioso giro, un final paradójico.