PALACIO DE LA INQUISICIÓN
El edificio actual se sitúa donde antiguamente se levantaba el llamado Alcázar de Enrique III, edificado en 1405 frente a la puerta del Puente de las murallas de la ciudad.
Construido a mediados del siglo XVIII como nueva sede del Tribunal de la Santa Inquisición en Murcia. El edificio que se conserva es fruto de la última de sus reformas, la que aconteció entre 1816 y 1823. En la actualidad, acoge las instalaciones del Colegio de Arquitectos desde 1978.
EL ALCÁZAR DE ENRIQUE III
La Alcazaba, después de la conquista cristiana, sufrió una serie de evoluciones en su trazado urbanístico, quedando tan sólo y por algún tiempo, el Alcázar Nassir, lo que hoy es la Catedral, y el Dar ax-Xarife, donde actualmente se alza el Ayuntamiento.
Enrique III en 1405 levanta un Alcázar para morada real, dentro de este recinto del Al-Kázar-Kabir, que en los repartos de Alfonso X el monarca castellano había repartido, reservándose el antiguo Palacio de la Sultanía.
Esta edificación estaba situada en la parte sur de la Alcazaba, frente a la puerta del Puente, coincidiendo con el paso sobre el Segura. El nuevo palacio quedaba en el solar de lo que actualmente ocupa el Hotel Victoria y las llamadas Casas de Zabalburu.
La fachada principal correspondía a lo que durante siglos se llamó plazuela de la Inquisición. Al ser levantado el Alcázar de Enrique III se aprovecharon los materiales y las murallas como muros quedando parte de ésta dentro del recinto del Alcázar.
Ante la utilidad casi nula que tenía la construcción como Casa regia, en 1478, tras ser instituida la Inquisición el edificio pasa a ser residencia del Santo Oficio.
EL ALCÁZAR DE LA INQUISICIÓN EN EL SIGLO XVIII
Los habitantes del Alcázar de la Inquisición, hacia 1748 ante las deficiencias del edificio, que contaba con varios siglos y expuesto a la humedad del cercano río, realizaron en el Palacio importantes reformas, terminando las obras en 1750.
De 1751 a 1753 las autoridades del viejo alcázar continúaron interviniendo en el edificio ante la ruina de muchas partes y las necesidades que planteaba el desarrollo normal de sus ocupaciones.
Estas intervenciones en un edificio que contaba con cuatro siglos de existencia y que se había construido sobre restos y murallas del S.XII, poco podían resolver.
A principios del XIX el Tribunal murciano comienza a pedir repetidas ayudas para resolver el acuciante problema. Por fin, Femando VII autoriza la nueva fábrica de un edificio para el Santo Oficio.
En 1816 el arquitecto Francisco Bolarín, empieza la construcción de los nuevos locales. El antiguo Alcázar enriciano era derribado en parte en 1820,al producirse el estallido de la Constitución y rehabilitado en 1823, las oficinas, pasaron paulatinamente, al nuevo edificio.
Se trata, este último, la obra de Bolarín, de un edificio de armónicas proporciones, donde el neoclasicismo del reinado de Carlos IV se advierte todavía en el dibujo de sus correctísimas y bellas ventanas, así como en la gran puerta y en el frontón que la corona.
Con la desamortización de Mendizábal y la abolición definitiva de la Inquisición en 1834, fue vendido y posteriormente recuperado por el Estado, instalándose allí temporalmente la Diputación Provincial. Los departamentos en los que estaba dividido el edificio se pusieron en venta por separado, por lo que el inmueble que se conserva hoy es lo que queda del conjunto anterior más amplio.
Posteriormente llegó a ser la sede de la cárcel de la ciudad y más adelante se instalaron en él la redacción y talleres del diario El Liberal (periódico murciano fundado en 1902 y que existió hasta 1939), siendo posteriormente la sede del Diario Línea.
La última reforma interior del edificio se dio en 1978 y fue llevada a cabo por el Colegio de Arquitectos para acoger su sede, función que sigue cumpliendo hoy...pero esa es otra historia...