» En La Jara podemos respirar el paisaje, los elementos que lo componen, toda la atmósfera rodeada por un halo misterioso: el que procura la sensación de sentirnos uno frente a la naturaleza. Como una elegía poética, un canto a los espacios abiertos, y al palpitar de la vida frente al paisaje. Una gran composición donde los signos y las grafías fijan el argumento … Un caminante recorre la amplia soledad de La Jara, que se nos aparece poblada de huellas míticas ocultas a las miradas, visibles solo para quién sepa ver. Un lugar sin tiempo, un arquetipo. Un cuadro fragmentado con los colores de la retama, del esparto y la hierbaluisa, poblado por las huellas sutiles de animales y hombres. Una confusión de figuras, manchas, planos y colores, donde el signo gráfico adquiere pleno significado. Un espacio al que el pintor vuelve una y otra vez, de forma reiterada, para obtener la seguridad necesaria que le permita crecer como artista. El roce del tiempo, la erosión de la piedra, el lenguaje del alma … Y las huellas … siempre en busca de las huellas de aquellos otros que poblaron antes esos parajes naturales.»
Pedro Manzano